Ana María Tamayo nos conecta con la naturaleza y la relación que tiene con ella. En su obra, el cambio se refleja a través del movimiento que fluye en cada línea, donde acepta la intensidad de la naturaleza y su constante transformación. El óleo marca cada trazo y a su paso la resiliencia, las mutaciones del estado del tiempo y la armonía de la experiencia humana al entretejerse con la naturaleza.