LO EFÍMERO Y LO PERPETUO
Evelyn Tovar y David Ramírez
De este cerro parten dos ramales que van en suave descenso: el de la derecha, que sirve de asiento a gran parte del camino viejo, y el de la izquierda, que es la continuación de la cordillera principal, de la cual se desprende otro ramal por donde continúa el camino viejo […]
Hno. TOMAS ALFRESO
Aunque la configuración de las miradas de los dos artistas que componen la actual exposición, pareciera que se encuentran por la materialidad de sus obras, los puntos en común superan lo evidente, y presentan una serie de piezas que establecen conexiones con la cultura visual.
El paisaje y la memoria son los temas sobre los que los artistas Evelyn Tovar y David Ramirez, reflexionan de una manera sofisticada, sobrepasando la particularidad de las experiencias propias.
Por su parte Evelyn Tovar, con el recurso de imágenes de archivo: fotografías de los años 1940 a 1980 y noticias e investigaciones históricas del “Páramo de las papas”, deconstruye el paisaje con el uso de ceniza, restos metálicos e impresión sobre piedra, para crear nuevas composiciones y cartografías, desde la mirada lejana de una habitante urbana. Los referentes visuales (que se transforman con cada representación) permiten a la artista, aproximarse a este ecosistema del territorio colombiano, reconociendo las problemáticas, los cambios y afectaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo. Es así que, acercándose de una manera sensible a materiales frágiles e inestables, centrada en la propia estética del material, Tovar refuerza la idea de lo perecedero e impermanente en la propia naturaleza del paisaje y su representación en la memoria: “El polvo o ceniza que construye una imagen tan volátil, como el recuerdo”.
David Ramirez, por otro lado, hace uso de la fotografía estenopeica para reconocer un paisaje cercano a su historia personal, relacionado con la explotación minera en Amagá, Antioquia. La bocamina, es el lugar que el artista escoge para observar (como si fuera un ojo), desde las entrañas oscuras de la montaña hacia el afuera, componiendo imágenes que capturan la transformación del entorno. Una serie de montículos que van apareciendo con el tránsito del malacate y el transporte del carbón, son los elementos que siempre están presentes en el paisaje minero, en esos Paisajes entrañados como los llama el mismo Ramirez. El uso escultórico de objetos del trabajo extractivo, emulan y acentúan la idea de los paisajes creados, del contenido de esas montañas que se van vaciando y se van depositando en las afueras, para asi convertirse a su vez en otro paisaje más.
Es así como el paisaje que es frágil, efímero y cambiante, como la misma naturaleza humana, se reconfigura en nuestra memoria a partir de imágenes que permiten que este permanezca, como algo estable y perpetuo.
Alejandra Fonseca Curadora